Cuando la sierpe en el jardín ameno
hizo pecar a la mujer liviana
haciéndole probar la fruta insana
que deja al hombre de pureza ajeno,
de cólera el Señor y de ira lleno
como castigo a la omisión villana
dividiendo en dos partes la manzana
de la mujer la colocó en el seno.
«Cual padrón de tu culpa, Dios decía,
recordará a los hombres tu pecado
aun al través de la severa toca.»
¡Así fue la verdad! Desde aquel día
el tibio fruto de carmín bañado,
¡cómo a la culpa original provoca!