En el Zumbido Medio nací—¡recuerdo
que estaba lloviendo!—, en un ranchito de palma.
A eso la vereda debe su nombre: a brisas y palma.
Mi data se prolonga en un siglo, y un letrado
entre Sucre y Vallejo. También recuerdo
que mami cultivó y cortó la leche, para
sacar un poquito de maíz ¿En qué acuerdo
quedó el maíz y la leche? A un barranco saltara
si no supiera que la memoria ancestral
se conserva en los sancochos, en el tamal
o en la hallaca. Y mi casa barrí: como el brillo
de Kantuta, Flor imperial Inca, oro y carmesí
barridos por los españoles del patio del Potosí.
Eso, y cada átomo de mí, me confirman nativo.