Sí, cuanto más te imito, más advierto
que soy la tenue sombra proyectada
por un cuerpo en que está mi ser más muerto
que el tuyo en la ficción que lo anonada.
Sombra de tu cadáver inexperto,
sombra de tu alma aún poco habituada
a esa luz ulterior a la que he abierto
otra ventana en mí, sobre otra nada...
Con gestos, con palabras, con acciones,
creía perpetuarte y lo que hago
es lentamente, en todo, deshacerte.
Pues para la verdad que me propones
el único lenguaje sin estrago
es el silencio intacto de la muerte.