De Roma esclava defensor augusto,
De Utica en la ribera miserable
Opónese Catón, inexorable
A César vencedor y Jove injusto.
Ajeno de furor, libre de susto,
Contempla su destino inevitable:
De la tierra el señor bríndale afable
Su favor y amistad; mas él, adusto,
«Desprecio», clama, «tu piedad. Mi vida
Al hado vil justificar pudiera
Que tu ambición y crímenes corona».
Dice, rasga su pecho: por la herida
Indignada se lanza el alma fiera,
Y el cadáver a César abandona.