Hipócrita, perjuro, despiadado,
Sin ninguna virtud que amar le hiciera,
Bañose en sangre y con delicia viera
La muerte y el terror siempre a su lado.
A Venezuela mísera ensañado
En un yermo de horror tornado hubiera,
Si de Úrica en los campos no cayera
De vengadora lanza traspasado.
Ríe en su tumba humanidad gozosa
Y en su velo la frente arrebozando,
«¡Horror!»—exclama, al pronunciar su nombre—.
«Horror, ¡oh monstruo! a tu memoria odiosa,
Que al vencedor la gloria coronando,
Jamás al tigre premia sino al hombre».