Cómprame un helado,
carajo,
y lleváme a los extremos volcanes.
Dame el vaso acuático,
mi frutilla serpentina se reseca.
Las luces de arena de las grietas
demuestran que el desierto
y su legión de camellos
son firma y tinta contra lo blanco
de esta existencia.
Maravillame con una sola de ellas,
con una sola,
a-la mía,
tan solitaria
y tan conformista.