el fantasma en el que muero,
el abrazo del olvido,
latido de ayer;
el pesado e irrecuperable pasado;
picor en mi espalda,
puñal, puño y espada,
herida cubierta por tierra de palas
—y entre mausoleos, cementerios,
campanadas, hoy despierto:
todo, todo, ni una cosa,
o todas las cosas,
se llaman nuevo