El triste recordar del bien pasado
me representa el alma a mi despecho,
y el pensar que pasó me tiene hecho
de esperar que será, desesperado.
Ando de un no sé qué mal aquejado,
que me paresce que me roe el pecho;
pienso que es desear, pero sospecho
que no da el desear tanto cuidado.
Pues, si no es desear, ¿qué es lo que siento?
Yo sé que no es temor, tampoco es celo,
que no me da vuestro valor licencia.
¿Si es fuerza de amoroso pensamiento?
No, que el pensar consigo trae consuelo.
Mas, ¡ay!, que ya sé que es: no es sino abstencia.