#Andaluces #Españoles #Sevillanos #SigloXIX #RimasYLeyendas
Tu pupila es azul, y cuando ríes su claridad suave me recuerda el trémulo fulgor de la mañana que en el mar se refleja. Tu pupila es azul, y cuando lloras
Yo me he asomado a las profundas s… de la tierra y del cielo, y les he visto el fin o con los oj… o con el pensamiento. Mas ¡ay! de un corazón llegué al a…
En una cartera de dibujo, que conservo aún llena de ligeros apuntes, hechos durante algunas de mis excursiones semiartísticas a la ciudad de Toledo, hay escritas tres fechas. Los suceso...
Te vi un punto, y, flotando ante m… la imagen de tus ojos se quedó como la mancha oscura, orlada en f… que flota y ciega si se mira al so… Adondequiera que la vista fijo
Es cuestión de palabras, y, no obs… ni tú ni yo jamás, después de lo pasado, convendremos en quién la culpa está. ¡Lástima que el amor un diccionari…
Cuando volvemos las fugaces horas del pasado a evocar, temblando brilla en sus pestañas n… una lágrima pronta a resbalar. Y, al fin, resbala y cae como gota
Nuestra pasión fue un trágico sain… en cuya absurda fábula lo cómico y lo grave confundidos risas y llanto arrancan. Pero fue lo peor de aquella histor…
Pasaba arrolladora en su hermosura y el paso le dejé; ni aun a mirarla me volví, y, no o… algo a mi oído murmuró: «ésa es». ¿Quién unió la tarde a la mañana?
Cuando entre la sombra oscura perdida una voz murmura turbando su triste calma, si en el fondo de mi alma la oigo dulce resonar,
¿Quieres que de ese néctar delicio… no te amargue la hez? Pues aspírale, acércale a tus labi… y déjale después. ¿Quieres que conservemos una dulce
¡No me admiró tu olvido! Aunque d… me admiró tu cariño mucho más, porque lo que hay en mí que vale a… eso... ¡ni lo pudiste sospechar!
Este armazón de huesos y pellejos, de pasear una cabeza loca se halla cansado al fin, y no lo e… pues, aunque es la verdad que no s… de la parte de vida que me toca
Yo sé cuál el objeto de tus suspiros es; yo conozco la causa de tu dulce secreta languidez. ¿Te ríes?... Algún día
Del salón en el ángulo oscuro, de su dueño tal vez olvidada, silenciosa y cubierta de polvo veíase el arpa. ¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas…
Olas gigantes que os rompéis brama… en las playas desiertas y remotas, envuelto entre la sábana de espuma… ¡llevadme con vosotras! Ráfagas de huracán que arrebatáis