Nicolás Guillén

Teresa

¿Imagina usted, Teresa,
cómo arde su rostro grave
al resplandor de la suave
luz verde en sus ojos presa?
 
¿Se sabe qué luz es ésa?
¡Dios mío, sólo se sabe
que nadie en el mundo sabe,
Teresa, qué luz es ésa!
 
Goce supremo, Teresa,
apagarle el rostro grave,
no más el instante suave
de verla en mis brazos presa.
 
¡Oh enigma el de la luz ésa,
de la que sólo se sabe
que nadie en el mundo sabe,
Teresa, qué luz es ésa!
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