Yoruba soy, lloro en yoruba
lucumí.
Como soy un yoruba de Cuba,
quiero que hasta Cuba suba mi llanto yoruba,
que suba el alegre llanto yoruba
que sale de mí.
Yoruba soy,
cantando voy,
llorando estoy,
y cuando no soy yoruba,
soy congo, mandinga, carabalí.
Atiendan, amigos, mi son, que empieza así:
Adivinanza
de la esperanza:
lo mío es tuyo,
lo tuyo es mío;
toda la sangre
formando un río.
La ceiba ceiba con su penacho;
el padre padre con su muchacho;
la jicotea en su carapacho.
¡Que rompa el son caliente,
y que lo baile la gente,
pecho con pecho,
vaso con vaso
y agua con agua con aguardiente!
Yoruba soy, soy lucumí,
mandinga, congo, carabalí.
Atiendan, amigos, mi son, que sigue así:
Estamos juntos desde muy lejos,
jóvenes, viejos,
negros y blancos, todo mezclado;
uno mandando y otro mandado,
todo mezclado;
San Berenito y otro mandado
todo mezclado;
negros y blancos desde muy lejos,
todo mezclado;
Santa María y uno mandado,
todo mezclado;
todo mezclado, Santa María,
San Berenito, todo mezclado,
todo mezclado, San Berenito,
San Berenito, Santa María,
Santa María, San Berenito,
¡todo mezclado!
Yoruba soy, soy lucumí,
mandinga, congo, carabalí.
Atiendan, amigos, mi son, que acaba así:
Salga el mulato,
suelte el zapato,
díganle al blanco que no se va...
De aquí no hay nadie que se separe;
mire y no pare,
oiga y no pare,
beba y no pare,
coma y no pare,
viva y no pare,
¡que el son de todos no va a parar!
Alfredo Jiménez G.
8aLa humanidad entera se originó en África y desde ahí se dispersó por el mundo. Lo más probable es que el legendario Edén que nadie encuentra, se ubique debidamente oculto en ese continente misterioso. Todos los que partieron en esas aventuradas expediciones por la Tierra, en busca de fortuna o por mera curiosidad, se fueron olvidando de los conocimientos primigenios, sus cuerpos se transfromaron para desmedro de su resistencia a la intemperie, perdieron las ventajas que brinda la epidermis oscura para defendrse del sol. Con los años esos fugitivos de la cuna original, se volvieron mercaderes, corsarios, misioneros, soldados y otras cosas vergonzosas. Regresaron al África en actitud de invasores y saqueadores, se llevaron el oro, los diamantes y a miles de personas encadenadas. Hombres, mujeres, niños, arrancados de su paraíso, obligados a esclavitud, llevaban consigo la verdad y los conocimientos milenarios que la especie en su estado más puro había atesorado en todos los siglos. Los malos tratos y el destierro forzado los hizo desconfiados con el "diablo blanco" ¿Para qué compartir con los opresores la genuina sabiduría si ni siquiera estaban dispuestos a escucharla? La compartieron y cultivaron entre ellos de generación en generación de cautiverio. Pero de esa manera violenta esos conocimientos también se fueron dispersando por el mundo y ahora florecen en múltiples manifestaciones artísticas. La nueva treta para boicotear la difusión de estos rituales bellos y originales de la humanidad es tildarlos de "magia" o "santería". Hemos conocido profesoras que afirman con total estupidez: "¡No lean poemas de Nicolás Guillén, es pecado, se trata de invocaciones!"... A veces, quien esto escribe, siente lástima por los estudiantes de los colegios de paga por tanta censura en su enseñanza ¡pobres diablos! ¡Recitemos a viva voz los magníficos poemas del Poeta yoruba, congo, mandinga, carabalí y cubano Nicolás Guillén! ¡No se abrirá la tierra para tragarnos vivos! ¡Son cantos de hermandad y de concordia universal! ¡Que el son entero número seis no pare nunca... es para todos!