Conozco la azul laguna
y el cielo doblado en ella.
Y el resplandor de la estrella.
Y la luna.
En mi chaqueta de abril
prendí una azucena viva
y besé la sensitiva
con labios de toronjil.
Un pájaro principal
me enseñó el múltiple trino.
Mi vaso apuré de vino.
Sólo me queda el cristal.
¿Y el plomo que zumba y mata?
¿Y el largo encierro?
¡Duro mar y olas de hierro,
no luna y plata!
El cañaveral sombrío
tiene voraz dentadura.
¡Que sepa el astro en su altura
de hambre y frío!
Se alza el foete mayoral.
Espaldas hiere y desgarra.
Ve y con tu guitarra
dilo al rosal.
Dile también del fulgor
con que un nuevo sol parece:
en el aire que la mece,
que aplauda y grite la flor.