A Camagüey suelo ir
por revivir
mis claros días de infancia.
Aspiro allá en su fragancia
rosas que no volverán.
¡Oh nubes en la infancia
del porvenir,
que es ya morir,
mientras que naciendo están
los que mi sitio tendrán!
Desde el puente, correr
me asomo a ver
las viejas aguas del río.
Un río que es todo mío
de aguas que no volverán.
Bajo el gran cielo sombrío
de mi dolor,
sollozo por
muertos que durmiendo están,
y en olas de olvido van.