Ayer me mordí fuerte la lengua, clausuré
los ojos y de cerca la miraste.
Ella apenas sangraba.
Apoyé mal el pie y salté a la pata coja.
Sostuviste mi cuerpo.
Mis llaves las perdí y tu las tuyas;
las encontré primero. Te dejé usarlas luego.
Levanté mucho peso, me dolía la espalda.
Llevaste mi mochila.
Me quebré una uña desde la raíz.
Después las corté todas.
Tuve que tomar otro tren más lento,
llegué tarde e hicimos la ruta de la vuelta
con una caminata.
Y me pasé añadiendo sal a nuestros garbanzos.
Compartimos el agua de tu bote.
Ayer, a diferencia de hoy,
tu conmigo si estabas.
¿Hoy? Hoy he estado sola,
y no recuerdo nada de lo que ha sucedido.