Vienes desde la bruma
con los zapatos rojos
de nuestro aniversario.
Con tus besos de lacre
me fracturas la piel.
Dices negras palabras
sin quebrar el silencio,
desvistiendo la herida.
Y me alejo despacio.
Que nazcan estas hierbas,
que el olmo crezca tuyo.
No permaneceré
en la tierra de olvidos
a la que me invitas hoy.
La magia de los “ahora”
es no poder saber
cuál es la última vez.