Gonzalo Rojas Pizarro

Réquiem de la mariposa

Sucio fue el día de la mariposa muerta.
                                                   Acerquémonos
a besar la hermosura reventada y sagrada de sus pétalos
que iban volando libres, y esto es decirlo todo, cuando
sopló la Arruga, y nada
sino ese precipicio que de golpe,
y únicamente nada.
 
Guárdela el pavimento salobre si la puede
guardar, entre el aceite y el aullido
de la rueda mortal.
                        O esto es un juego
que se parece a otro cuando nos echan tierra.
Porque también la Arruga…
 
O no la guarde nadie. O no nos guarde
larva, y salgamos dónde por último del miedo:
a ver qué pasa, hermosa.
                                  Tú que aún duermes ahí
en el lujo de tanta belleza, dinos cómo
o por lo menos, cuándo.
Preferido o celebrado por...
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