Para nadie planta la lila
o poda las azaleas
y carga el agua para nadie
en baldes que la espejean.
Vuelta a uno que no da sombra
y sobrepasa su cabeza,
estira un helecho mojado
y a darlo y a hurtárselo juega.
Abre las rejas sin que llamen,
sin que entre nadie, las cierra
y se cansa para el sueño
que la toma, la suelta y la deja.
Desvíen el agua de la vertiente
que la halla gateando ciega,
espolvoreen sal donde siembre,
entierren sus herramientas.
Háganla dormir, pónganla a dormir
como al armiño o la civeta.
Cuando duerma bajen su brazo
y avienten el sueño que sueña.
La muerte anda desvariada,
borracha camina la Tierra,
trueca rutas, tuerce dichas,
en la esfera tamborilea.
Viento y Arcángel de su nombre
trajeron hasta su puerta
la muerte de todos sus vivos
sin traer la muerte de ella.
Las fichas vivas de los hombres
en la carrera le tintinean.
¡Trocaría, perdería
la pobre muerte de la granjera!