Viejo libro de estampas siempre fresco a mi anhelo
de buscar la invisible huella de sus pupilas.
Ella vivió el ambiente puro de cada cielo
y detuvo su asombro frente a un seto de lilas.
Quién sabe qué silencio musical le dio un lago
y qué ramo de rosas los canales dormidos...
Para su fantasía, del matiz tenue y vago
se elevaba una estela diáfana de sonidos.
¡Cuántos ensueños truncos errarán todavía
por las sendas sin nombre de estos quietos paisajes!
¡Cuánta leve nostalgia, cuánta melancolía
tejida en el transcurso de fantásticos viajes!