Nos cruzamos en el espacio vacío,
en ese rincón donde las palabras son tímidas,
donde el silencio también tiene su voz.
No sabemos lo que buscamos,
pero de alguna manera,
sabemos que aquí estamos.
Sin promesas,
sin certezas,
pero en esta danza invisible
algo en nosotros se reconoce,
algo en nosotros se queda.
Es un eco suave
que, aunque no se ve,
se siente.
Y en este estar sin estar,
quizás ya nos entendemos
sin haberlo dicho.
Tal vez eso sea suficiente,
al menos por ahora.