Lo que vibra no es la voz, es la derrota.
Que seas tú quien lea entre líneas
las cosas que digo sin abrir la boca,
que sepas que cuando me tiembla la risa,
lo que vibra no es la voz, es la derrota.
Que me llames sin hacerlo,
con un suspiro, con un gesto,
con ese modo tuyo de estar cerca
sin necesidad de tocar el cuerpo.
Que te quedes en el silencio
como quien no necesita hacer ruido
porque sabe que en mi caos
hay espacio reservado para tu abrigo.
No somos perfectos, ni falta.
Somos verdad envuelta en heridas.
Tú, la cura con forma de espina.
Yo, el jardín
que aprendió a florecer con tus caricias.
