Un día dijiste algo
como quien no quiere decir nada:
“¿Tú también sientes que todo esto
es provisional?”.
Y no miraste.
Y no sonreíste.
Y yo no supe qué contestar.
Pero esa frase,
dicha así, sin perfume,
me abrió una rendija en el pecho
por donde desde entonces
entras tú cada día.