Federico Murcia

Memorioso

un pasillo gris y deslucido
el otoño eterno de medianera envejecida
arden los granados y las huellas
una luz insuficiente
un cuartetazo en la esquina.
 
no alcanzaron las palmas de las manos
no fueron suficientes las vidas
reencarnación tras reencarnación
los encuentros sorprendentes
llegaban a ineludibles despedidas
 
se agotaron las almas
se atormentaron las vecinas
semillas de clavo de olor
de mirlos impertinentes
jardín raleado de mandarinas
 
poner a prueba la paciencia
dejar en libertad las celosías
rumiando recuerdos del olvido
de reconstucciones recurrentes
siembra de orégano y peperina
 
mezcla tosca de cemento, tabaco y agua
de siestas alejandrinas
amalgama de madera y yeso,
de hierros incandescentes
atornillaba silencios de melamina
 
constelaciones implacables
planetas densos y profecías
resplandecía en la gama del dorado
sus herencias de monjas aparentes
aroma a lavanda y manzanilla
 
sediento de libertad y tiempo
de soledad bien entendida
acabaron siendo las miradas
presagios y ficciones estridentes
augurio inevitable de ese mediodía
 
lo confieso, sin coartadas ni silencios
que lo que ayer creí que era rutina
probará sólo el tiempo si era cierto
un laurel incandescente,
o fue apenas un sueño, Su Señoría.




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