Federico Germán Bergés

Viaje express

Sumido en una luna hecha polvo, contemplando su transitoria ficción,  pasaba las noches pensando una y mil formas de hacerle el amor a la distancia,  ya no importaba la piel, tampoco sus alicientes suspiros, discretos e insensatos. Solo me quedaban miserables recuerdos por habitar. Su voz entrecortada, casi perdida, preterida, me invitaba a brindar en el eterno amparo de sus piernas. Aunque mis huellas estaban borrosas, enloquecía por desconocer el camino. Me sentía ofuscado, cegado, solo en ese inmortal instante me di cuenta que el amor estaba muy lejos de las sábanas, que por cierto, cada día eran más frías. Ya no tengo alusiones para reír, solo me queda un vicio suicida por abrazar. Mi anhelo iniciaba el preámbulo de su decadencia, me exasperé ¡es que a ella le quedaban diez minutos de vida! y a mí, una vida por morir.

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