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La noche no quiere venir para que tú no vengas ni yo pueda ir. Pero yo iré aunque un sol de alacranes me coma…
En la torre amarilla, dobla una campana. Sobre el viento amarillo,
Me han traído una caracola. Dentro le canta un mar de mapa. Mi corazón se llena de agua
La guitarra, hace llorar a los sueños. El sollozo de las almas perdidas, se escapa por su boca
El diamante de una estrella Ha rayado el hondo cielo, Pájaro de luz que quiere Escapar del universo Y huye del enorme nido
Cuernos de oro y ojos verdes. Sobre el acantilado, en tropel gigantesco, ilustran el azogue
Bajo el naranjo, lava pañales de algodón. Tiene verdes los ojos y violeta la voz. ¡Ay, amor,
En lo alto de aquel monte hay un arbolito verde. Pastor que vas, pastor que vienes. Olivares soñolientos
Si muero, dejad el balcón abierto. El niño come naranjas. (Desde mi balcón lo veo). El segador siega el trigo.
Debajo de la hoja de la verbena tengo a mi amante malo. ¡Jesús, qué pena! Debajo de la hoja
Sobre el cielo verde, un lucero verde, ¿qué ha de hacer, amor, ¡ay!... sino perderse? Las torres fundidas
¡Ay qué trabajo me cuesta quererte como te quiero! Por tu amor me duele el aire, el corazón y el sombrero.
Cuando yo me muera, enterradme con mi guitarra bajo la arena. Cuando yo me muera, entre los naranjos
Sólo tu corazón caliente, Y nada más. Mi paraíso, un campo Sin ruiseñor Ni liras,
Abejaruco. En tus árboles oscuros. Noche de cielo balbuciente y aire tartamudo. Tres borrachos eternizan