A Eugenio Montes
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Blanca tortuga, luna dormida, ¡qué lentamente caminas! Cerrando un párpado
Cuando sale la luna se pierden las campanas y aparecen las sendas impenetrables. Cuando sale la luna,
Tierra seca, tierra quieta de noches inmensas. (Viento en el olivar,
Sobre el cielo verde, un lucero verde, ¿qué ha de hacer, amor, ¡ay!... sino perderse? Las torres fundidas
Yo sé que mi perfil será tranquilo en el norte de un cielo sin reflej… Mercurio de vigilia, casto espejo donde se quiebre el pulso de mi es… Que si la yedra y el frescor del h…
Suben por la calle los cuatro galanes. Ay, ay, ay, ay. Por la calle abajo van los tres galanes.
Los días de fiesta van sobre ruedas. El tío-vivo los trae, y los lleva. Corpus azul.
La guitarra, hace llorar a los sueños. El sollozo de las almas perdidas, se escapa por su boca
Entre italiano y flamenco, ¿cómo cantaría aquel Silverio? La densa miel de Italia
Tirad ese anillo al agua. (La sombra apoya sus dedos sobre mi espalda.) Tirad ese anillo. Tengo
Entre mariposas negras va una muchacha morena junto a una blanca serpiente de niebla. Tierra de luz,
Verde rama exenta de ritmo y de pájaro. Eco de sollozo sin dolor ni labio. Hombre y Bosque.
Por las ramas del laurel vi dos palomas oscuras. La una era el sol, la otra la luna. «Vecinita», les dije,
Duérmete, niñito mío, que tu madre no está en casa; que se la llevó la Virgen de compañera a su casa.
Tú querías que yo te dijera el secreto de la primavera. Y yo soy para el secreto lo mismo que es el abeto. Árbol cuyos mil deditos