Córdoba. Lejana y sola. Jaca negra, luna grande, y aceitunas en mi alforja. Aunque sepa los caminos

Y que yo me la llevé al río creyendo que era mozuela, pero tenía marido. Fue la noche de Santiago y casi por compromiso.

No te conoce el toro ni la higuera… ni caballos ni hormigas de tu casa… No te conoce el niño ni la tarde porque te has muerto para siempre. No te conoce el lomo de la piedra,

He cerrado mi balcón porque no quiero oír el llanto pero por detrás de los grises muro… no se oye otra cosa que el llanto. Hay muy pocos ángeles que canten,

Hinojo, serpiente y junco. Aroma, rastro y penumbra. Aire, tierra y soledad. (La escala llega a la luna.)

El corazón, Que tenía en la escuela Donde estuvo pintada La cartilla primera, ¿Está en ti,

Yo te miré a los ojos cuando era niño y bueno. Tus manos me rozaron Y me diste un beso. (Los relojes llevan la misma caden…

El mariquita se peina en su peinador de seda. Los vecinos se sonríen en sus ventanas postreras. El mariquita organiza

La sombra de mi alma Huye por un ocaso de alfabetos, Niebla de libros Y palabras. ¡La sombra de mi alma!

En lo alto de aquel monte hay un arbolito verde. Pastor que vas, pastor que vienes. Olivares soñolientos