Enriquillo Sánchez

Poema de Albertina Rosa

(para Christy De los Santos, que comprende a Albertina,
y que con ella olvida, sobre el lomo de un pagaré vencido,
el tonto, loquísimo juego del mar a la ternura y los garabatos,
y la cabrilleante, la cabrilleante… Porque la ternura cabrillea,
cabrilleemos…
Porque los cabrilleantes garabatean,
garabateemos…
Porque el mar, porque el mar, porque el mar…
A Christi De los Santos)
Me ensucian tus ojos de llovizna de pez
y te ensucia mi voz con sus cedros de otoño,
guerrillera, guerrillera,
y estamos sucios los dos en la herida marina
del dulce sucio borracho de un perro o de un ángel
que nos enchumban de estrellas de música o azogue
donde muerde el espejo con su cencerro lento.
Estamos sucios, amor, en la llovizna dormida.
Lavamos la lengua con un agua callada.
Al alba, en los puertos, desnudamos pañuelos.
Al alba, en los puertos, desnudamos medusas.
Pañuelo desnudo, guerrillera: que baila en tus medusas.
Me has dado lo que tienes y lo que no tienes.
He derrotado a todos sin derrotar a nadie.
Quiero tu hambre, tus uñas.
Quiero tus pájaros de frío.
Quiero tu saliva, tus sandalias.
Quiero tu noche, tu aliento lácteo.
Quiero tu guitarra, tus islas, tus gendarmes.
Quiero tu boca y el olvido.
Quiero la nieve con que escribes la palabra arrecife.
Quiero cementerios y gacelas.
Quiero tus canciones si tu cintura canta.
Quiero morir donde nacen tus ojos,
maestra de la lluvia y de la harina.
Quiero morir donde nacen tus ojos, enemiga.
A dentelladas. A peces. A cocuyos.
Que diga tu boca lo que no dijo la música,
que digan tus manos lo que no dijo el otoño,
que diga yo en tu vientre lo que no dijo la tierra,
y que nos vayamos los dos, por ahí, camino de nosotros,
camino de la oruga,
con dos flautas de millo en la brisa mojada.
Después, despiértame.
Despiértame, guerrillera.
Despiértame de tus ojos.
Y cuéntame los sueños.
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