Emil Cerda

Comillas mías

“El colibrí decidió drogarse,
Va volando a donde María,
Es su favorita,
Pero lo que es sucio:
Dejó el Polen por ese fiasco.

“Entraremos en materia: Su papa era el papá de las arepas, Napa ma’ «nigga» con una colombiana bien buena, o sea, de Bogotá, Medellín o Baranquilla.

“Drogado estoy del placer, en mi niñez tenía insensatez sobre la voz muchachez en mi precoz; Zarpía, cuida’o si zarpas, maldita amapola me mandó a la cama; y el colobrí aun no me da de comer. Esto no es por lonjas, si fuera así, mi surrealismo sería ligar a Luis Cernuda con el puto Machado.

“Ahora, como antes, sin rimas:

“Todo es tan malo en este mundo, el holocausto del Oerlón ca... abrerá la puerta la cabra, espero y no sea de Luxemburgo. Lloro en mí mismo, pensando qué está produciendo en mí lo mismo de antes. Yo quiero todo, como una prosa cantada, admirada, con respetos, pero no enmarcada. Todos ellos quieren saber el porqué de mis mariposas llenas de placer, pero yo ni sé por qué sonrío sombrío ahora mismo; yo mismo escribiendo en Poemas del Alma, y lo bueno y retruécano de todo, es que yo escribo desde mi alma este poema. Yo quiero salir de mi libido, no te miento, cuerpo.

“Te leeré el tarot con el toro Torat con el tórax, ¿quieres yogurt?

“—Sí.

“Prueba de la leche de mis versos primero.

“Nadie sabe quién soy, de dónde vengo... Esa es la cuestión de saber, nadie termina de conocer a nadie, solamente lo que ese cajón de mentes cerradas quieren mostrarles. Nadie, ¡coño!, dará a conocer sus puntos personales por más que seas su parce. Perfeccioné, compadre, en el sofá mesasé con el engranaje de los «molotov» de los «Toy Stores», sin tienda yo estoy.

“Tengo el demonio de la poesía en mí, digo, el ángel de la poesía; estoy sonríendo ahora mismo, con los ojos llenos de alumbrantes lubricantes sin durez-a. No sé, pero cuando me inspiro yo me pongo loco escuchando chascos de lodos a mi al rededor; no sé si soy esquizofrénico, pero atiendo y obedezco a las voces de los versos.

“Todo está tan pasado y pesado en nuestra concupisciencia, que en una pirámide de la sociedad estamos en la más prole. Eso es cierto, todas las rocas emanan agua sin manantial corriendo. Esos son talentos que no se rinden, sonríen con los diente’ parti’o’, pero me dicen: «Emil, eres un maldito pionero de la poesía en medio de este siglo lleno de heridas, ¿quién coño leerá tus escritos, Harry Potter sin varita? Poniendo palabras y contradicciones que ni tú mismo cachas, anchas chamacas sin la hamaca al cabecear, creyéndote el inteligente al aplicar esas palabras en gente pobre de conocimiento».

“Mira, normal de la vecindad, no es que yo ponga palabras «inconmensurables» o «inencontrables», no son cultas; ¿sabes por qué? Porque si están en el diccionario, me dan a entender que debo aplicarlas, ¿o no? Yo no me creo inteligente por eso. ¿Tú lees?

“—Sí.

“Pues tú sabes más que yo... yo soy el único escritor que no le gusta leer.

“Dile a mi bandera algo: No moriré sin ser reconocido, moriré cuando todos ya hayan entendido mis pasados; o sea, nadie me entiende, solamente Jesucristo.

“Me ganaré el Nobel con mi corazón noble, lo levantaré, y diré: «Gracias al Creador de la Poesía, o sea, DIOS; al creador de Poemas del Alma, o sea, todos; gracias Diccionario y Biblia por enseñarme todo, ya que son los únicos libros que leo».

“Poesías de unos lentes náufragos, todavía no he muerto”.

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