Vivir según los principios divinos
Caminar sobre la senda que no se desvía,
donde cada paso refleja la verdad,
es vivir con el alma en sintonía
con la luz que ilumina la eternidad.
El amor es la brújula que guía el destino,
la justicia, un faro que nunca se apaga,
la humildad, la llave del camino,
y la fe, el río que al cielo nos arrastra.
En el perdón florece la calma,
como un jardín que olvida el invierno,
y en la gratitud, se eleva el alma
como canto limpio al viento eterno.
Vivir conforme a la ley del cielo
es sembrar paz donde hubo guerra,
es ser espejo del amor sincero
y fuente de luz sobre esta tierra.
En cada acción habita la esperanza,
en cada palabra, la verdad escondida.
Es el servicio la más alta alabanza,
y la compasión, el pulso de la vida.
Vivir según los principios divinos
es caminar con el corazón abierto,
y en la rectitud, encontrar el camino
hacia un reino sin tiempo ni desierto.
Allí donde la voluntad se alinea
con el plan que Dios nos ha dejado,
la vida florece como melodía
y el alma descansa en su hogar soñado.
Este poema intenta capturar la esencia de vivir conforme a los principios divinos, resaltando valores como el amor, la justicia, la fe, la gratitud y la humildad. La estructura invita a una vida en armonía con lo sagrado, transmitiendo que el camino hacia la plenitud radica en vivir con integridad y propósito.
