No ocultemos la luz que nos habita,
dejemos que florezca en cada gesto.
Que nuestras palabras sean semillas,
plantadas en el suelo del silencio.
Busquemos en lo simple lo profundo,
en la mirada franca, lo sincero.
Que la verdad nos guíe como un río,
transparente y puro en su sendero.
No vistamos de engaño nuestros días,
ni cubramos con sombras lo que vemos.
Seamos como el alba, siempre clara,
revelando el mundo sin un velo.
Que nuestra voz resuene con lo justo,
y nuestro corazón sea su espejo.
En la verdad hallemos nuestro norte,
y en ella, nuestro eterno compañero.