En la luz suave del amanecer,
se disuelven las sombras del ayer.
Cada palabra, un susurro,
que se desliza por la piel.
El aire, cristalino y sincero,
revela secretos en su danza.
Las miradas se encuentran,
como ríos que convergen sin prisa.
Silencio que habla en murmullos,
donde la verdad se viste de brisa.
Un instante detenido,
en el latido de lo eterno.
Así, desnudos de artificios,
nos reconocemos en la claridad.
Somos espejos que reflejan,
la esencia pura de nuestra realidad.