La calle grita verdades que nadie quiere oír,
grafitis en las paredes que nunca van a cubrir.
El humo sube, pero el suelo no perdona,
pisadas de cemento marcan vidas que se desploman.
Se venden sueños a precio de saldo,
dinero rápido, promesas de barro.
Todo es efímero, todo es polvo al viento,
y el alma se alquila por un momento.
Dicen que el futuro es oro,
pero se oxida en las manos del que lo toca.
¿De qué sirve correr si el tiempo no afloja?
Las cadenas pesan, aunque sean invisibles,
los dioses callan y los hombres son temibles.
Nos venden espejismos con brillo de pantalla,
pero al final del día la soledad estalla.
Todo se esfuma: el arte, la rabia, la pena,
todo se olvida bajo la misma condena.
¿Quién compra libertad cuando la oferta es traición?
¿Quién canta verdades cuando todo es ficción?
Los muros oyen, pero nunca responden,
y los versos mueren donde las balas se esconden.
Así es el juego, lo entendí demasiado tarde:
nada es eterno y todo arde.
Pero si el fuego es vida,
que nos queme la herida.