Testimonio de fe con raíces profundas 2
No es sombra que se extingue en la mañana,
ni brisa que se pierde en el olvido;
es llama inquebrantable y soberana,
es río que en su cauce va encendido.
Se aferra a la raíz como a un destino,
profundo en tierra, eterno en su memoria;
su savia es un clamor puro y divino,
su fruto es luz, verdad y eterna historia.
Ninguna tempestad quiebra su canto,
ningún abismo ahoga su latido;
pues lleva en su interior un sol tan santo
que alumbra aún en tiempos de extravío.
Y cuando caiga el mundo en su espesura,
cuando el otoño azote su esperanza,
su fe, que es tronco firme en la ternura,
alzará un nuevo brote en su confianza.
