Un tango lloraba gotas,
que secaban en silencio,
un lamento desgarrado,
que hacía vibrar el viento.
Sus notas eran un gemido,
de un corazón destrozado,
un eco de un amor perdido,
que vagaba desolado.
Cada paso era un suspiro,
cada acorde un sollozar,
un tango que hacía estremecer,
y el alma se desgarrar.
Al ritmo de su compás,
iba tejiendo su pena,
una historia de desamor,
que el tiempo no podía enmendar.
El bandoneón gemía,
como un alma atormentada,
un tango que se desangraba,
en la noche desolada.
Y mientras el tango lloraba,
el silencio se hacía eco,
un lamento que resonaba,
en el vacío de un recuerdo.