En el susurro del viento que pasa,
las hojas cantan su despedida,
recuerdos de un tiempo que abraza
la sombra de una vida vivida.
El cielo, en su manto dorado,
acoge mis sueños perdidos,
mientras el alma, en su canto callado,
busca ecos de caminos sentidos.
La brisa acaricia mi rostro,
como un suspiro de antaño,
y en el silencio del bosque,
mi corazón se vuelve extraño.
Cada árbol guarda un secreto,
cada rama susurra un deseo,
y en el murmullo del tiempo discreto,
mi alma encuentra su apogeo.
Dejo que el otoño me envuelva,
con su manto de nostalgia y calma,
pues en su abrazo, el alma resuelve
los misterios que en la vida se ensalman.