Su piel era suave como un pétalo
Su piel, un susurro de seda,
un pétalo caído del alba,
tenía la dulzura del viento
cuando acaricia sin darse cuenta.
Era luz en la penumbra,
un reflejo de luna en calma,
como un secreto guardado en los lirios
que el rocío besa al alba.
Cada roce era un poema,
una melodía que no se canta,
y en su textura vivían los sueños
de las flores que al cielo se alzan.
Suave como la promesa de un pétalo,
eterno en su efímera magia,
así era el tacto de su existencia,
así era el eco de su fragancia.
