En la penumbra del alma se asoma,
un susurro de paz que nos llama,
donde la fe y el amor se proclama,
y el eco suave de un canto se toma.
Los caminos de la vida se entrelazan,
en busca de luz, en medio del duelo,
y el corazón, cual ave en el cielo,
se eleva, aunque las sombras amenazan.
Oh, divina esperanza que no muere,
en cada lágrima, un destello,
y en cada sombra, un nuevo amanecer.
En esa la lucha, el ser se reencuentra,
queriendo que el amor siempre se aferre,
y el alma, en su viaje, nunca se ausenta.