Se apaga el canto, dulce en melodía,
el viento lleva tu voz hacia el cielo,
se quiebra en llanto el alma y el anhelo,
la tierra llora tu melancolía.
Tus versos fueron luz en la penumbra,
tu corazón, refugio del que espera,
y en cada nota, amor que reverbera,
un eco eterno que jamás se encumbra.
Te vas, maestro, dejando en el sendero
las huellas de tu arte y tu ternura,
un legado inmortal, puro y sincero.
Y el cielo, al verte llegar, se apresura
a entonar contigo un canto verdadero,
la gloria eterna de tu alma perdura.