En el silencio eterno de la noche,
se desliza la sombra de la muerte.
Susurros que acarician el alma,
con promesas de descanso y paz.
Las hojas caen en un lento vals,
como recuerdos que se desvanecen.
El tiempo se detiene, suspendido,
en el umbral de lo desconocido.
La muerte, con su manto sereno,
nos invita a un último abrazo.
No hay temor en su fría presencia,
solo un viaje hacia lo infinito.
En su abrazo hallamos la calma,
una despedida del dolor terreno.
Y en su misterio, la esperanza
de renacer en un nuevo cielo.