La flor se alza en su tenue esplendor,
un susurro vivo del alma dormida,
espejo que guarda, callada, la vida,
y lleva en sus pétalos puro calor.
Cada color narra un viejo sendero,
un sueño escondido, un llanto, un beso,
y el viento que danza le arranca un verso
al tiempo infinito, fugaz, verdadero.
La flor es el eco de lo pasajero,
un soplo que entiende lo eterno y lo breve,
un grito silente que nunca se atreve
a hablar del misterio que esconde el lucero.
¿Es vida o es arte, es llanto o canción?
Es todo y es nada, un rincón divino,
un leve suspiro, sutil destino,
el alma del mundo, su fiel corazón.