Oh, Señor, mi Dios, mi Roca y Redentor,
mi corazón rebosa de gratitud y amor.
Tus manos poderosas me sostienen con fervor,
y tu infinita gracia me colma de valor.
Te doy gracias, oh Dios, por el don de la vida,
por el aire que respiro, la tierra que me cuida.
Por el sol que me abraza con su luz bendecida,
y la luna que me arrulla en la noche silente y querida.
Gracias por mi familia, por el amor que me dan,
por los amigos fieles que siempre están.
Por las risas compartidas, por el pan que se reparte en la mesa,
por cada pequeño detalle que hace mi vida más buena.
Aunque a veces la tormenta amenace con bravura,
tu mano me sostiene, me llenas de ternura.
En ti encuentro refugio, consuelo y sabiduría,
fortaleza en la prueba, paz en la rebeldía.
Que mi vida sea un canto de alabanza a tu nombre,
un reflejo constante de tu infinito amor y lumbre.
A ti, mi Dios eterno, mi gratitud elevo,
hoy y siempre, por siempre, te amo y te bendigo de nuevo.