Por senda estrecha, lágrimas al paso,
Llevo una rosa en hombros, presa amiga,
Pétalos lacerados, cual ocaso,
Que amenazan con llover sangre exigua.
Su aroma mustio, llanto de la brisa,
Evapora en sollozos el perfume,
Como herida abierta que agoniza,
Los sueños marchitos bajo su yugo.
El tallo erizado, cual espadas crudas,
Desgarra mi piel, condena ineludible,
Mientras a cuestas, las espinas rudas,
Perforan mi alma con dolor indecible.
Oh, rosa maldita, peso de mi sino,
Por este sendero, tu carga me apremia,
Llevo tu belleza, mi tormento íntimo,
Mientras mi corazón se consume en ella.