No abras el día todavía,
deja que la luz incierta
deje a mi alma escondida,
como mi musa encubierta.
El alba, gentil y pía,
besa mi pálida mejilla,
susurrando, tierna, tranquila,
que el amor a ti me guía.
No quiero ver su fulgor,
que rompería mi letargo,
que en noches de ensueño guardo,
la sombra es mi dulce ardor.
Deja que el crepúsculo me abrace,
y mi melancolía pase.