Recorrido del Alma
En el valle reposa la mañana,
con su manto de luz y de rocío,
despierta el campo con suave brío,
y la brisa susurra una arcana.
El cantar del arroyo me engalana,
sus notas danzan en mi corazón,
entre flores se esconde una canción,
que el viento lleva en su voz temprana.
En el valle, la paz me encuentra aquí,
donde el alma se llena de frenesí.
Bajo el cielo de azul tan cristalino,
los prados verdes se tiñen de oro,
el sol se alza en su radiante esplendor,
y la vida florece en su camino.
El aroma de pino y de tomillo,
se mezcla en el aire con dulzura,
la naturaleza muestra su hermosura,
y el día avanza en mágico brillo.
En el campo, un mundo sin igual,
donde el alma se siente celestial.
Entre colinas y suaves pendientes,
corre libre el espíritu silvestre,
cada rincón guarda un verde agreste,
y los sueños se tornan evidentes.
La quietud de los bosques envolventes,
me abraza con un manto de calma,
y en el murmullo que el viento ensalma,
encuentro ecos de tiempos vivientes.
En el campo, la eternidad se ve,
donde el alma descansa en su fe.
En el crepúsculo, el campo arde,
con tonos de fuego y de coral,
el día se despide en ritual,
y la noche su manto ya comparte.
Las estrellas emergen sin alarde,
como flores del cielo en plenitud,
y la luna, en su blanca quietud,
guía sueños en su suave estandarte.
En el campo, la noche es un misterio,
donde el alma navega en su imperio.
