El Poeta del Viento
Declama versos al vendaval,
jura que en su danza inmortal
va tallando rocas, montañas y piel,
que su aliento esculpe la faz de la tierra,
que todo es el viento, y nada más.
Le hablo del río, del tiempo y la lluvia,
de gotas que horadan el mármol callado,
de arroyos que lamen con dulce constancia
los huesos del mundo, su cauce sagrado.
Pero él se levanta, con furia en los ojos,
alza los brazos y deja que el aire
le bese la frente, le silbe al oído,
le cante promesas de ser escultor.
Dice: “¡Mira la duna, el risco, la piedra!
El viento es cincel, es mano, es creador.
Dibuja en la arena caminos y huellas,
arrastra y modela, ¡es puro escultor!”
Y yo, que en mi alma guardo las lluvias,
las fuentes, los ríos, la espuma del mar,
suspiro en silencio y dejo que el viento
le cuente mentiras y le haga soñar.
