Tus labios traen suspiros del destino,
un fuego que desata la ternura,
y entre los pliegues de la noche oscura
renace el sol en su fulgor prístino .
La brisa danza en su compás divino,
envolviendo el aroma de tu altura,
y el tiempo, en su perpetua arquitectura,
me lleva a contemplar tu eterno signo.
Eres faro que al alma reconcilia,
misterio que desborda los confines,
un sueño que la vida multiplica.
Te encuentro en cada flor, en cada arcilla,
en versos que despiertan los jardines
y en esta pasión que nunca claudica.