(I)
Si su mente va perdida,
si su ayer ya no recuerda,
no le grites, no se acuerda,
dale luz en la salida.
No discutas su caída,
no le ofrezcas oposición,
su verdad, su condición,
ya no es lógica ni es clara,
dale paz en vez de cara,
dale amor en vez de razón.
(II)
Si su sombra se deshace
y el reloj pierde sentido,
no lo dejes en olvido,
sé su calma en cada fase.
Que su angustia no se enlace
con tu prisa ni tu miedo,
no le exijas más que un dedo
de ternura y compañía,
pues su mente ya es la vía
de un camino sin remedo.
(III)
No preguntes por respuestas,
pues su voz ya no las tiene,
cuando el alma se entretiene
recordando cosas puestas.
Sus memorias son propuestas
de un ayer que ya no está,
déjalo ser, déjalo estar,
que el amor no tiene prisa,
donde el tiempo cicatriza,
solo el alma sabe amar.