No es un refugio la poesía,
es intemperie, un cristal que se quiebra.
Las palabras se mojan en tumbas abiertas,
la sal lame sus bordes, borrando los ecos.
¿Qué esperanza tiene un náufrago
sin un frasco que encierre su grito?
¿Qué fuerza hay en un papel vacío,
en una pluma que no escribe caminos?
Quien naufraga escribe con sed,
y vacía su voz en el azar del abismo,
aguardando que el mar
devuelva algo más que olvido.
Pero no hay refugio seguro,
ni en la tinta ni en el vidrio frágil.
Un poema es solo un gesto perdido,
vivir en palabras que nadie escucha.