A la muerte se le mira de frente, sin temor,
Y después se le invita a compartir una copa.
No hay lugar para el miedo, solo hay un vigor
Que nos impulsa a enfrentar lo que el destino topa.
Nada se esconde, la muerte se muestra tal cual,
Sin velos ni disfraces, sin trucos ni pretextos.
La aceptamos con calma, sin sentir su mordaz
Filo que amenaza cortar nuestros nexos.
Juntos, la muerte y yo, bebemos con parsimonia,
Intercambiamos palabras, entre sorbos y charla.
Ella me escucha, yo a ella, en íntima armonía,
Y así, la vida y la muerte, en paz, se entrecruzan.
A la muerte se le enfrenta, se le acoge con valor,
Pues solo así, podremos beberle a su honor.