Cobijando una Flor
La cobije con mi amor
esa flor que llegó sin pedir permiso.
En mis manos encontró resguardo,
mientras en mi interior crecía un hechizo.
Presagiaba un destino misterioso,
una conexión que trascendía lo cotidiano.
En cada pétalo, un susurro armonioso,
despertando emociones en mi ser humano.
Sentí su fragilidad en mi palma,
una vulnerabilidad que me hizo protegerla.
Como un presentimiento que estalla,
sabía que algo en mi vida iba a cambiar para siempre.
Sus colores parecían reflejar mis sueños,
y en su aroma encontré una promesa.
La flor se convirtió en mi faro y dueño,
guiándome hacia una nueva empresa.
Juntos, entrelazamos nuestros destinos,
tejiendo una historia llena de encuentros.
La flor, mi guía en los desatinos,
y yo, su protector en los inviernos.
En cada latido, su esencia florecía,
y en cada suspiro, nuestro lazo se hacía más fuerte.
La flor y yo, una simbiosis que no se extinguía,
tejiendo un destino que nadie podría deshacer.
Cobijada con mi calor y mi amor,
esa flor encontró su hogar en mi ser.
Presagio de un destino que esperaba interior,
y que juntos, fuimos capaces de renacer.
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